sábado, 16 de agosto de 2014

Miedo.

Siente que el pecho le va a estallar,
coge ese coche e inicia una fugaz espatoria,
mete la sexta y ya va a 200km/h,
hay personas que por mucho que les digas:
-¡Para!
Viven en un continuo exceso de velocidad,
y necesitan la velocidad para sentir lo más mínimo,
personas que sólo son felices en acantilados,
y comparan su vida con precipicios.

El miedo es lo último que se siente, la última estación de una derrota,
el último segundo que usas para apurar ese cigarrillo, antes de tu actuación.
La vida ya es lo bastante puta, como para que queramos joderla.
Los sueños deberían empezar por una pesadilla, para despertamos en el momento.
Hoy nos follamos al miedo, que la tristeza es sólo un momento,
y al final del camino pone felicidad.
Y digo nos porque no estoy estoy dispuesto a recorrer este camino solo.

Quizá, el error comenzó cuando aceptamos que eso era una estrella,
sólo por el hecho que tenía forma de estrella,
que si te fijas bien, no tiene forma de pentágono sino redonda,
quizá es lo que escogimos y las palabras acaben donde el papel del bocadillo,
o quizá alguien vendrá nos dará una colleja y dirá que ese papel se puede volver a usar.

He visto magos moviendo su varita, riéndose de nosotros.
Por eso corre, no me fío ni un pelo de ellos,
vamos tú puedes, estoy aquí, no me digas que no puedes más.
Venga ya queda poco.
Y al día siguiente se fue, porque si no, no acabaría.
En su carta de despedida ponía:
-Te quiero, y te voy a querer siempre, ese es el problema.

Nunca supe más de ella,
sólo sé que,
al oír la noche inmensa, más inmensa mi sonrisa,
recordando tus bragas en el suelo,
supe que hoy no acabaría, porque
amor malo nunca muere.

Si algo tengo claro en mi vida,
es que seguiré escribiendo,
porque hay historias que son infinitas,
que nadie sabe como empezaron,
y sólo yo
sé 
como acabarla.


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