Mira ese niño que está construyendo
un castillo de arena,
él es feliz con su pala, sonríe,
no para de decir que va a construir el
castillo más grande
e imagina que mañana seguirá ahí,
porque los muros que ha hecho
son irrompibles y nadie ni nada podrá
destrozarlos.
Está a punto de acabar...
Puta ola.
Niño no llores pronto aprenderás que
los sueños son castillos de arena,
la pala con la que juegas la esperanza,
y los muros el corazón irrompible.
Quién te dijo que se podría escribir
de esas veces que haces lo correcto
y te sientes como un gilipollas.
Quién te dijo que se podría escribir
de los errores que cometemos,
si cada dos de cada tres personas que
conozco son adictos a ellos.
Quién te dijo que puedo vivir en una
tragicomedia, donde sonrio,
pero lo único que quiero es huir de
mí, y donde voy, acabo encontrándome.
Todavía se juzga a la chica que se
folla a dos tíos a la vez,
pero no a la que jura por su vida que
quiere a los dos.
La gente
cada día tiene más cuento y menos
historia,
no estoy lo suficientemente triste,
para abrir el tarro de galletas al que
le puse tu nombre,
aunque lo vea sonriendo,
que no sé si es por eso de que un día
me pintaste unas alas en la espalda,
y os voy a decir que son las alas más
grandes que he visto en mi vida,
pero son muy pocas las ganas de volar
que la tristeza es un vicio y tu sonrisa su único alimento
a falta de verla me refiero.
Como todas las noches,,
me he hecho un café,
y he empezado a pasar páginas en el
libro de mi vida,
para encontrar esa que pone punto y
final.
Que ni sobran ganas ni me faltan
fuerzas,
pero estoy cansado,
mucho,
de pelear contra un gigante,
y que cada día no sepa si he ganado o
he perdido
porque luchar contra uno mismo es una
batalla que no tiene fin,
y como si fuera cuestión de orgullo,
tienes que volver a hacerlo cada noche.
Que sí, que también sé que soy un
desastre, y que vivo como me da la gana,
pero al final siempre, vivir así trae
consecuencias,
el poeta se va en medio de abucheos y
esas cosas que nunca te dije.
No hay nostalgia peor que añorar lo
que nunca, jamas, sucedió,
y dolor más grande que el de tener el
castillo hecho y que venga alguien y te lo rompa,
como un puto tsunami.
Volver a leerme es querer volver a
hacerme daño,
y ya no sé si soy lápiz, papel o
recuerdo,
que triste que todo vaya a morir aquí,
y sin ni siquiera haberte tocado,
me pondré ese polo que me decías que
me hacía tan guapo,
e iré a comprar y me parare en medio
del supermercado
porque no tengo ni puta idea de cual
es tu plato preferido,
cogeré el mismo autobús, de nuevo y
te gritaré desde tu puerta,
y me daré cuenta de que siempre llego
tarde, en esto de cogerse de la mano,
que mi vida, se parece más bien a lo
sueños que se dicen en voz alta,
el día que llevo calzoncillos rojos y
se brinda con champagne.
Mira yo sé que no nos gusta la misma
música,
pero podemos seguir bailando,
¿Quién es ese hijo de puta que te
mira tanto? Perdón, soy yo.
Imagina multiplicar tu sonrisa, y que
hoy nos riamos hasta que nos duela.
Es que joder tendrían que conocerte y
ver esa sonrisa,
ojala un poeta que la describa mejor
que yo,
ojala alguien que haga de sastre de
corazones,
que sí, que hay peores cosas que no
tenerte,
y es tenerte cerca y sentirte lejos.
Cómo pretendías ordenar este caos.
A nadie le interesa la gente que vive
entre precipicios,
yo ya era un desastre antes de
conocerte, y bailaba entre...
-!Shhh, calla!
Mira el niño ha construido de nuevo el
castillo,
ahora dice que aunque se le han roto
los muros,
siempre se pueden reconstruir,
y de nuevo, sonríe.
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