sábado, 16 de enero de 2016

16-01-2016

Tienes el don de crear en mí una necesidad de tener que compilar en mi cabeza  cada una de las veces que muero en un vaso de chupito de jäger del tamaño de mi puño, en las que flotan cada una de las veces que tenemos que despedirnos de este mundo que nos ilumina, en el que yo nunca seré de allí ni de aquí, me verás en un lugar que nunca podrás ver pero que siempre has oído hablar de él.

Me conformo con que la única ley que me haga estar vivo sea la de mantener esta incertidumbre de no quererse , de quererse, de odiarse, de tener que escribir en otro plano tangente a cualquier lugar que nos inventamos.
Mantengo que tuve la suerte de no verte como el primero, de girar por tu órbita antes de poner ni un pie sobre tu tierra, de ver donde estaba tu flora, tu países más desiertos, tu luna a la que admirabas, tu sol que te ilumina, tus ansias nocturnas, tus sonrisas diurnas y cada una de tus cosas que nunca contaré a nadie.

Veré razones y motivos para buscar a alguien que todavía es alivio, risa, sonrisa, musa de cerveza y rock ‘n’ roll, en fin , luchar por aquello que te deja huella, y dejar de morir por aquello que no trasmite, que no siento, que no padezco, que no es desesperación, admiración, que no es nudo en la garganta, ni patada en el pecho.


En fin, me gustaría decirte que hacía tiempo que he dejado de estar en guerra conmigo, que las cosas importantes siguen dónde están, donde las dejé  y siguen ahí demostrando que hay millones de lugares donde crear nuevos recuerdos, que ni caben en la mochila, que siguen ahí aunque pase el tiempo…