Tienes el don de
crear en mí una necesidad de tener que compilar en mi cabeza cada una de las veces que muero en un vaso de
chupito de jäger del tamaño de mi puño, en las que flotan cada una de las veces
que tenemos que despedirnos de este mundo que nos ilumina, en el que yo nunca
seré de allí ni de aquí, me verás en un lugar que nunca podrás ver pero que
siempre has oído hablar de él.
Me conformo con que
la única ley que me haga estar vivo sea la de mantener esta incertidumbre de no
quererse , de quererse, de odiarse, de tener que escribir en otro plano
tangente a cualquier lugar que nos inventamos.
Mantengo que tuve la
suerte de no verte como el primero, de girar por tu órbita antes de poner ni un
pie sobre tu tierra, de ver donde estaba tu flora, tu países más desiertos, tu
luna a la que admirabas, tu sol que te ilumina, tus ansias nocturnas, tus
sonrisas diurnas y cada una de tus cosas que nunca contaré a nadie.
Veré razones y motivos
para buscar a alguien que todavía es alivio, risa, sonrisa, musa de cerveza y
rock ‘n’ roll, en fin , luchar por aquello que te deja huella, y dejar de morir
por aquello que no trasmite, que no siento, que no padezco, que no es
desesperación, admiración, que no es nudo en la garganta, ni patada en el
pecho.
En fin, me gustaría decirte
que hacía tiempo que he dejado de estar en guerra conmigo, que las cosas importantes
siguen dónde están, donde las dejé y
siguen ahí demostrando que hay millones de lugares donde crear nuevos recuerdos,
que ni caben en la mochila, que siguen ahí aunque pase el tiempo…