Para empezar,
me engañaré diciendo que he sido
capaz de asesinar todos mis sentimientos,
bebérmelos cual cerveza en un bar y
quedarme vacío,
como la jarra que me bebo mientras
pienso en ellos,
mi todo rodeado de espuma,
angustia sostenida en un cuerpo inútil
e inerte,
y ventanas que abren puertas llenas de
cristales.
Que me veo dando vasos de ciego,
quemando las huellas de aquella
hoguera,
dónde matamos a todos nuestros monstruos,
e hicimos nuestra propia anarquía de
sentimientos,
tu baile en el barro,
aquel te quiero sin venir a cuento,
nuestro para siempre,
hasta que duela.
En la derrota aprendes a
comerte tu propia polla,
cómo intentando limpiar las lagrimas
que vas derramando,
si mi verso no vale como sonrisa al
final de cada estrofa,
no quiero que te corras aquí,
hazlo,
pero,
sin mí.
Llega un momento en el que no te gusta
ir en contra del mundo,
sino es a su lado,
unir los sueños, latir al unísono,
despedazar el pasado,
corrernos a la vez.
Y que empiece la guerra.
Esa fue nuestra borrachera hecha poema,
un recuerda que aunque no esté aquí
estaré allí,
no es por joderte,
pero quería decir: no te veo, pero te
siento.
Presentar mi futuro es huir de él,
he convertido mi vida en una orgía de
remordimientos,
y sigo enamorado de tus caídas,
aunque sean en charcos llenos de
sueños.
En mi cabeza sigue sonando ese "the
show must go on",
y ese tú puedes en los días fúnebres,
creo que mañana empezaré el día
tachando un día más esperando que vuelvas.