Voy a empezar a escribir,
de la sonrisa de un padre cuando ve a
su hijo meter gol en el minuto 92',
de las palabras de dos amigos un
viernes cualquiera, entre cervezas,
de cuando alguien que te triplica la
edad, te dice disfruta de la vida, todavía eres joven...
Pero seamos sinceros, si tengo que
escribir será que hoy te he vuelto a ver de nuevo...
Que sí, que todos me dicen que tu vida
no depende de nadie,
que la vida es demasiado corta para
anclarse a alguien,
que cuando falla el plan a, tienes todo
un abecedario entero,
pero vosotros nunca habéis echado un
pulso a sonrisas con ella.
No,
como tú no hay dos millones,
que no me creo a esos que ponen en su
muro de Facebook:
nunca le voy a hacer caso al corazón,
voy a pensar más con el cerebro, ni en
ser frío,
ni en ser de hielo.
Que es cierto eso de que al final
siempre,
repito siempre, lo que más duele es la
parte izquierda del pecho,
pero el día que escuché a Monica Gae
recitarle "Feliz cumpleaños, pequeña" a Alejandra.
Comprendí, que tendría que coserme el
corazón,
aunque esto implique operarme a corazón
abierto.
Así que me creeré más a los que
retuitean;
El mundo es más bonito cuando tú
sonríes,
o yo no quiero ser recuerdo...
Así que hoy hablaré de lo fácil que
lo tiene la poesía,
para hablar de ti,
poesía no es ella,
sino todas las palabras que sin querer
has derramado,
que sí, que yo sé que esto son sólo
palabras
que parezco un gilipollas soñando con
cosas que sólo han ocurrido en mi mente,
que con esto me lo cargo todo,
pero igual te ríes,
y vuelvo a hablar de tu sonrisa,
y de volver a partirme los dientes por
verla,
que igual nunca, nunca he sabido lo que
quiero,
pero sí con quién,
y
dudo
mucho
en
comprender
otra manera de felicidad.
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